El flamenco (Phoenicopterus
ruber) ave emblemática de nuestras
tierras malagueñas, catalogada por la Unión Internacional para la Conservación
de la Naturaleza (UICN) como especie que necesita de una protección estricta
del ecosistema donde cría y se desarrolla
-las lagunas salinas-.
Es una especie monógama que solo cambia de pareja cuando la
muerte sorprende a uno de los dos. La reproducción es un acontecimiento social
en el que se estimulan unas a otras con un característico baile durante el cual
se van agitando sus alas. Poco después llega el momento de la formación de las
parejas y la construcción del nido, con forma cónica y elevado, que construyen
con el barro de la laguna y que suele perdurar durante largo tiempo.
Pero la cualidad más característica de esta elegante especie
es su forma de alimentarse, pues la realiza boca abajo, razón por la cual la
movilidad de su pico se invierte a como lo hacen el resto de las aves. La parte
móvil es la superior, mientras que en el resto de las aves es la inferior.
Para la toma de alimento, el flamenco hunde el pico en el
fondo de la laguna y realiza movimientos pendulares con la cabeza, hacia delante
y hacia atrás, abriendo y cerrando el pico. Cuando lo abre le entra el limo con
todas las partículas que lo componen, y cuando lo cierra las partículas son
filtradas por una serie de finas cerdas que se encuentran en el borde de su
pico, quedando atrapadas dentro de su boca los pequeños crustáceos, larvas de
insectos y otro alimento que se encuentre en el fondo limoso de la laguna.
Para esta operación se ayuda de su lengua gruesa y
musculosa, manjar de antiguos emperadores romanos tal como nos lo describe
Stephen J. Gould en su libro La sonrisa del flamenco, “...Las lenguas figuran
en algunos de los anales más tristes de la rapacidad humana. Los primeros
ejemplos se remontan a aquellos infames episodios de gula gastronómica de como
los emperadores romanos Heliogábalo y Vitelio se hacian servir en sus
banquetes bandejas llenas de lenguas de flamenco, que se hacian traer en
grandes buques de guerra desde lugares tan lejanos como los estrechos de
Hispania y el mar de los Cárpatos. Pero los flamencos, esas elegantes aves de
color rojo encendido, obtuvieron un apoyo apasionado, tanto entre los poetas de
la antigua Roma como entre los conservacionistas de nuestros días. En uno de
sus más punzantes pareados Marcial atacaba la glotonería de sus emperadores (80
d.C.) haciendo especular al flamenco con las siguientes rimas : Mis alas rojas me dan nombre, pero los
epicúreos consideran sabrosa mi lengua. ¿Y si mi lengua pudiera cantar?”.
gracias por el aporte.compañero.buenas fotos..
ResponderEliminarBuenas fotos José ... y del texto para qué vamos a hablar ;-)
ResponderEliminarGracias compañero
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