Milano real

Ciertamente, los principios nefastos, no son promesas de desgracias, el día amenazando lluvia, una luz triste y mortecina y viento frío, me decían a gritos estentóreos, que regresara a mi cortijo y dedicase el día al ordenador, con unos discos de clásica y para estar a tono con el día nada mejor que algo de música eclesiástica y lo mejor un tristísimo réquiem.

En contra de los primeros vaticinios, se produjeron algunos desplazamientos de las nubes grises, que fueron sustituidas por blancos cúmulos y grandes trozos de cielo azul, con una luz cambiante, pasando de los 100 a los 400 ISO, en escasos minutos; en este intervalo de tiempo aparecieron un par de colegas, uno de ellos en buscas de las cigüeñas negras, que se hacían notar por su total ausencia y el otro paisano, al igual que yo, a lo que saliera o saliese, impelido por la afinidad y el gregarismo del ser humano, a los dos minutos, departíamos animadamente, dado que las posibilidades de fotos eran muy escasas, sobre las respectivas cámaras y objetivos, pero la conversación fue truncada por el milano real, que presuntamente alguien había contratado, pues nos estuvo dando pasadas a escasa altura, incluso llegó a volar a ras del suelo, alimentándose de algo que no pudimos determinar, puesto que aunque después de que se marchara, dejando en mi cámara más de cuatrocientas fotografías, no encontramos restos de ningún tipo ni olor a elementos en descomposición.

Me permito, compartir alguna de estas fotos, esperando los comentarios.

Antonio Domínguez Marmolejo